Si has llegado por aquí, es posible que hayas leído algo sobre la terapia EMDR pero no tengas muy claro qué es. Afortunadamente, estás en el lugar correcto.
EMDR son las siglas de Eye Movement Desensitization and Reprocessing (Desensibilización y reprocesamiento a través del movimiento de los ojos). La creadora de esta terapia fue la psicóloga, psicoterapeuta e investigadora Francine Shapiro en el año 1987.
La autora sufrió la aterradora experiencia de pasar por un cáncer. Cuando fue diagnosticada decidió estudiar más a fondo la relación entre la enfermedad física y los eventos estresantes del mundo exterior, es decir, cómo nuestro cerebro influye en nuestro cuerpo. Cuando superó el cáncer, se centró en la búsqueda de cuáles serían los métodos psicológicos y fisiológicos que le ayudarían a fortalecer y mejorar su salud física.
En la primavera de 1987, caminando por un parque, se vio asaltada por pensamientos perturbadores e, instintivamente, movió sus ojos de arriba debajo de forma rápida. Tras percatarse de este hecho, volvió a traer a su mente estos pensamientos perturbadores y sintió que ya no estaban cargados de tanta emocionalidad negativa. Esto le recordó a los movimientos oculares que realizamos al dormir, en la fase REM del sueño.
Este hecho le pareció muy curioso, y comenzó a realizarlo de manera deliberada (traer a la consciencia un evento negativo y doloroso mientras realizaba rápidos movimientos oculares). Una y otra vez notó el mismo resultado: la carga emocional disminuía.
A partir de ahí, comenzó a experimentar este método en estudios controlados y contrastó su experiencia con la de otras personas: el movimiento ocular ayudaba a desensibilizar el dolor de las experiencias negativas. Entonces nació el EMDR.
¿Cómo funciona la terapia EMDR?
El EMDR parte de una premisa: la información traumática se almacena en el cerebro de manera disfuncional, provocando que esa experiencia se quede como “aislada”. Es decir, que no podamos utilizar nuestros recursos para gestionarla y haga que contenga el mismo dolor aunque pase el tiempo.
Es como si nuestra historia fueran las piezas de un puzle y, en un momento dado, hubiera una pieza que no encaja porque es muy grande, muy pequeña, tiene una forma diferente o, directamente, no hay pieza. Eso hace que, cuando hacemos una revisión de nuestra historia vital, haya un fallo. El cerebro a menudo no tolera ese tipo de fallos y repasa una y otra vez ese fallo en la linealidad para intentar resolverlo.
La sensación es que no podemos dejar de pensar en ello o que esa experiencia nos afecta en nuestro día a día. Por ejemplo, podemos no dar muchas vueltas a cuando fuimos atracados en un callejón oscuro, pero sí somos incapaces de salir solos por la noche.
La terapia EMDR busca que esa información se integre, ayudando a nuestro cerebro a procesar esa información a través de la estimulación bilateral. El cerebro, de esta manera, pone en marcha todos sus recursos y ayuda a que esta pieza errónea, tenga la forma adecuada y se coloque para que podamos sentirla de manera adecuada.
Esta estimulación bilateral puede realizarse a través de:
- Movimientos sacádicos de los ojos: Mover los ojos de forma horizontal siguiendo el movimiento de los dedos del terapeuta, que se coloca delante.
- Tapping: El terapeuta realiza suaves golpes rítmicos en el dorso de la mano del paciente.
- Estimulación auditiva: A través de unos casos, el paciente escucha un sonido rítmico que va de un oído a otro.
¿Qué es un trauma?
La definición de trauma por la RAE es:
- Choque emocional que produce un daño duradero en el inconsciente.
- Emoción o impresión negativa, fuerte y duradera.
- Lesión duradera producida por un agente mecánico, generalmente externo.
Un trauma, por así decirlo, es una “herida emocional”. Un perjuicio que, igual que las heridas físicas, taparlas o no hacerles caso no hace que se curen. De hecho, suelen enquistarse más y más. En otras palabras, el tiempo NO lo cura todo.
Estamos acostumbrados a pensar en un suceso traumático como algo tremendo, muy doloroso y perturbador para cualquier persona. Por ejemplo, podemos hablar de un robo, una agresión, el fallecimiento de una persona cercana,…
Pero desde la perspectiva del EMDR se entiende el trauma de una manera un poco diferente.
Francine Shapiro, en su libro “EMDR. Una terapia revolucionaria para superar la ansiedad, el estrés y los traumas” lo describe así:
La experiencia desempeña un papel muy importante en nuestra vida interior (…) distinguimos entre lo que podemos llamar grandes Traumas con “T” mayúscula, a los que la comunidad psicológica atribuye el origen de los trastornos de estrés postraumático (los TEPT), de los que el EMDR denomina pequeños traumas, es decir, de los traumas con “t” minúscula. Entre los primeros podemos mencionar las guerras, los crímenes y las catástrofes naturales que el sujeto percibe amenazadores para su vida, o sea, eventos tan estresantes que desbordan fácilmente nuestra capacidad habitual de enfrentamiento y desencadenan una respuesta de miedo o una sensación angustiosa de pérdida de control e impotencia (…)
Los traumas con “t” minúscula, por su parte, se manifiestan en las situaciones inofensivas, pero no por ello menos problemáticas, de la vida cotidiana que pueden desencadenar sentimientos y tener consecuencias tan duraderas como las que provocan los traumas con “T” mayúscula.
Cuando hablamos de traumas con “t” pequeña hablamos, por ejemplo, de rupturas, fallecimientos cercanos, relaciones tóxicas, vivencias en nuestra infancia que nos marcaron, accidentes, un profesor que nos humilló en clase… es decir, vivencias que todos en mayor o menor medida hemos tenido, pero que nosotros quizás hemos podido vivirlas con una intensidad muy alta.
Las experiencias traumáticas tienen esta estructura

Una situación en la que sentimos que se ha visto peligrar nuestra integridad (ya sea un Trauma o un trauma) provoca que generemos emociones de miedo, angustia o la sensación de que tenemos que estar constantemente alerta. A su vez, se le unen pensamientos sobre nosotros, el futuro o el mundo muy negativos y desadaptados que provoca que no queramos nunca pensar directamente en el suceso traumático porque nos resulta muy doloroso. Eso hace que releguemos este hecho y no podamos integrarlo dentro de nuestra historia vital. Y esa es la pieza del puzle que se descoloca.
EMDR y trauma
Con EMDR se hace hincapié en estos recuerdos para que podamos volver a pensar en ellos de manera adaptativa, gestionando correctamente las emociones que emanan de aquella experiencia y reevaluando los pensamientos que se crearon entonces.
La estimulación bilateral hace que el cerebro “se ponga a trabajar” e integre esa experiencia, ayudando a que nuestras redes de autocuidado, autorrespeto, etc; actúen sobre este recuerdo y pueda ser recordado sin dolor.
Un recuerdo traumático es un recuerdo al que le faltan partes, la narración sobre él no es completa (porque recordarlo es tan doloroso que no puedo hacerlo), como si los recuerdos estuvieran fragmentados. Las emociones son, además, muy intensas. Tan intensas que no nos dejan pensar con claridad.
La terapia EMDR ayuda a que podamos reducir la intensidad de las emociones tan desbordantes que acompañan al trauma, para poder pensar sobre él con claridad y trabajar sobre los pensamientos irracionales que generó en su momento.
Cómo puede ayudarte la terapia EMDR
La terapia EMDR funciona para aquellos trastornos que tenga su origen en una experiencia que haya generado para nosotros unas creencias irracionales sobre nosotros o el mundo. Es especialmente útil para el Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT), pero no es su único uso.
Por ejemplo, el miedo a hablar en público puede venir de una experiencia nefasta que tuvimos en el cole la primera vez que fuimos a exponer un trabajo. Con la terapia EMDR se podría trabajar ese recuerdo para generar unos pensamientos más saludables que ayuda a gestionar los bloqueos a la hora de hablar en público.
Combinado con otras técnicas también, es útil para el trabajo de:
- TEPT
- Ansiedad
- Depresión
- Fobias
- Adicciones
- Problemas psicosomáticos
- Problemas de autoestima
La terapia EMDR ayuda a trabajar los problemas psicológicos que proceden de una (o varias) experiencia negativa o de patrones de aprendizaje poco útiles. Por ejemplo, si aprendimos de pequeños a reaccionar con mucho miedo a cualquier cambio físico, de mayores podemos desarrollar miedo a las enfermedades. La terapia EMDR ayudaría a corregir estos aprendizajes.
Respaldo científico de la terapia EMDR
La terapia EMDR tiene un amplio respaldo científico y es avalado por diversas instituciones.
Entre ellas cuentan:
- American Psychological Association (APA; EEUU)
- Organización Mundial de la Salud (OMS)
- The International Society for Traumatic Stress Studies (ISTSS; EEUU)
- National Institute for Health and Care Excellence (NICE; EEUU)
- Royal College of Psychiatrists (RCPSYCH; Reino Unido)
- Department of Health and social care (Reino Unido)
- Substance Abuse and Mental Health Services Administration (SAMHSA; EEUU)
- Canadian Agency for Drugs and Technologies in Health (CADTH; Canadá)
Además, EMDR es utilizada como primera línea de tratamiento para el TEPT en diferentes países como Alemania, Países Bajos, Polonia, Turquía, Israel, Francia, Suecia, el Norte de Irlanda, EEUU y Reino Unido.
En España, dos de las instituciones más grandes sobre EMDR son la Asociación EMDR España , El Instituto para el Desarrollo y la Aplicación de E.M.D.R. (I.D.A.E.) y el Instituto Español de EMDR.
Cómo es una sesión de EMDR
Preparación para el proceso EMDR:
Paso 1: Evaluación
Antes de poder usar EMDR, se debe realizar una buena evaluación. En ella, es recomendable que realicemos una completa línea de vida. Este instrumento es extremadamente útil a la hora de poder hacer cualquier intervención. Se trata de colocar en una línea los eventos que se consideren más importantes para uno mismo. Colocaremos las experiencias positivas y negativas pero que han tenido un impacto en la vida de la persona.
Por ejemplo, puede ser que sacar el carnet de conducir fuera un evento extremadamente estresante para una persona y para otra no. Bien, si para la persona fue importante, se coloca en la línea.
Una vez hecha esta línea, se escogen los eventos con los que vamos a realizar EMDR. Estos se harán en función a lo que antes hemos hablado: eventos que fueron rodeados de una emoción muy potente, que generaron pensamientos desadaptativos y en lo cuál nos cuesta pensar.
Paso 2: Preparación
Una vez elegidos estos puntos en la línea de vida, pasamos a comprobar qué estimulación es la más adecuada. Hay personas que los movimientos oculares pueden marearles, así que escogeríamos realizar tapping. Si el tapping es muy desagradable, entonces escogeríamos movimientos oculares. Se prima siempre lo que haga sentir más seguro cómodo. También se podría probar con estimulación auditiva o con el abrazo de la mariposa (realizarse uno mismo la estimulación bilateral).
En este punto, se pasa a potenciar todos los recursos positivos y aumentar la sensación de bienestar y de capacidad. Se realiza una práctica llamada “Instalación de Recursos Positivos” en la que se pide a la persona que se centre en un recuerdo que le haga sentir muy bien, en el que se sintió capaz, poderoso y/o válido. Cuando puedas mantenerlo en la mente, recreado con el mayor número de detalles posibles, comenzaremos la estimulación bilateral. Esta estimulación provocará que ese recuerdo esté muy presente y la sensación de ser capaz y válido sea muy potente.
También realizaremos otra práctica llamada “Lugar Seguro”, en la que se recrea mentalmente la imagen de un lugar que haga sentirse especialmente seguro. Puede ser real o inventado. Una vez recreado, se realiza la estimulación bilateral para reforzar la sensación de seguridad
Proceso de EMDR:
Paso 3: Medición
En la sesión, se consensúa con qué recuerdo vamos a trabajar. En este momento, dividimos el recuerdo con el que vamos a trabajar en:
Imagen
Seleccionamos una imagen muy representativa del recuerdo, como si fuera un fotograma de una película.
Emoción
Localizamos qué emoción o emociones sentimos al pensar en esa imagen. Una vez localizada, medimos de 0 a 10 cuánta perturbación produce.
Sensación
Nos concentramos en nuestro cuerpo y notamos si hay alguna parte en la que sintamos presión, dolor o cualquier sensación inusual.
Cognición negativa
Pensando en ese recuerdo, qué idea sobre uno mismo o el mundo viene a la cabeza (“no soy suficiente”, “no estoy bien”, “no puedo estar seguro”,…).
Cognición positiva
Cuál es la idea que queremos llegar a tener al pensar en ese recuerdo (“no fue culpa mía”, “hice lo que pude”, “puedo aprender a protegerme”,…). Medimos entonces de 1 a 7 cuánto creemos en esa idea.
Una vez que tenemos hecha esta medición, empezaremos con el proceso de desensibilización.
Paso 4: Desensibilización
Una vez que tenemos el recuerdo recreado y presente, se comienza la estimulación bilateral. Esta estimulación provoca que el cerebro comience a “mover” el recuerdo. En esta etapa aparecen imágenes nuevas, sensaciones, emociones, etc.
La estimulación se realiza en tandas, entre las cuáles se abren los ojos y se mide qué nivel de perturbación se siente.
Es muy importante en esta etapa que puedas dejarte llevar por lo que viene a tu cerebro, porque son esas uniones las que están ayudando a desensibilizar el recuerdo y provocar que todos nuestros recursos se pongan en marcha.
Poco a poco, a través de la estimulación, las imágenes empiezan a ser menos perturbadoras y se puede comenzar a pensar en ese recuerdo sin angustia. Una vez que la perturbación en relación al recuerdo inicial es 0, pasamos al siguiente paso.
Paso 5: Instalación
En este paso, volvemos a traer la cognición positiva que concluimos en la medición. Es decir, aquello que en relación al recuerdo nos gustaría pensar. Una vez desensibilizado el recuerdo, medimos de nuevo de 1 a 7 cuánto creemos en esta cognición positiva.
En esta etapa del proceso de EMDR buscamos lo contrario al proceso de desensibilización: buscamos reforzar la cognición positiva.
En este momento, se debe unir recuerdo con idea positiva y se comienzan tandas de estimulación.
Tras las tandas, medimos de 1 a 7 cuánto crees en esta cognición.
Una vez la cognición llegue a 7, paramos la estimulación.
Paso 6: Examen corporal
Para evitar acabar la sesión con tensión de alguna manera, hacemos un recorrido corporal para notar si hay tensión en alguna parte del cuerpo. Si la hubiera, realizamos una tanda de estimulación centrándonos en esa tensión. Realizamos tandas hasta que la tensión desaparece.
Paso 7: Cierre
Dado que la estimulación EMDR es muy potente, es muy posible que en el período entre sesiones haya pensamientos nuevos, ideas, sueños, etc. Todo eso está bien apuntarlo para poder trabajarlo en la sesión siguiente.
Paso 8: Reevaluación
Para asegurarnos que todo sigue en su sitio, en la sesión siguiente se mide que la perturbación del recuerdo siga en 0 y que la cognición positiva siga en 7. Si no fuera así, repetiríamos el proceso EMDR, que previsiblemente sería mucho más corto dado que la perturbación será mucho más baja.
CONCLUSIÓN
La terapia EMDR es una terapia eficaz cuando hablamos de recuerdos traumáticos, pero también es muy potente a nivel emocional. Por ello, se suele combinar con otras técnicas para que la intensidad de bucear en los recuerdos dolorosos sea tolerable y no haya un sufrimiento innecesario.
Muchos de los problemas que tenemos de ansiedad, depresión, pánico, etc., radican en recuerdos que nos hicieron pensar cosas sobre nosotros o sobre el mundo que no son correctas. Por ejemplo, si mi cognición negativa es “no puedo protegerme” es muy posible que desarrolle problemas de ansiedad, dado que mi cerebro tiene muy claro que no puedo protegerme. Una vez desensibilizado el recuerdo que provocó esa idea y trabajado la idea de “yo puedo protegerme” la ansiedad es mucho más tolerable.
Si tienes dudas sobre si este tipo de terapia puede ayudarte, estaré encantada de poder ayudarte a resolverlas. Juntos seguro que podemos encontrar la vía por la que puedas sentirte mejor y recuperar tu vida. Si quieres conocerme y saber cómo trabajo, estás a sólo un click de distancia.
Con cariño