Te propongo un pequeño ejercicio antes de empezar: cierra los ojos y fíjate en lo que estás pensando. Dedica a este ejercicio unos 10 segundos. ¿Cuántas cosas han pasado por tu cabeza en este tiempo? Seguramente muchas. Esa voz que está ahí diciéndonos cosas es la responsable de nuestro autodiálogo.
El autodiálogo es la forma en la que tenemos de hablar con nosotros mismos. Con esa voz hablamos, debatimos, nos peleamos, etc.
El autodiálogo puede ser muy cariñoso, y estar plagado de frase como “venga, levántate, que tú puedes”, “tranquilidad, todo va a salir bien” o “eres genial”.
Pero, para nuestra desgracia, a menudo toma un tono bastante más sombrío. Esta voz es quejumbrosa, insolente, cruel, autoritaria, pesada,… y nos dice cosas como “nada te sale bien”, “otra vez has fracasado”, “todo va a salir mal” o “debería estar haciendo tal cosa”. Que tome esta forma, aunque muy común, es muy malo para nosotros.
¿Qué es el autodiálogo negativo?
El autodiálogo negativo ocurre cuando nuestro diálogo interno es despiadado con nosotros mismos, nos menosprecia, no nos ayuda a crecer, nos agobia y nos bloquea. Está plagado de frases que empiezan por “debería” o “tendrías qué”. Su tono es autoritario y, a menudo, acabamos cogiéndole miedo (y con razón).
Esta voz da por hecho que tenemos todo perdido desde el principio y nos lanza mensajes como “¿para qué te vas a esforzar si siempre fracasas?”.
Al ser tan negativo y dar tanto miedo, nos acaba bloqueando, impidiendo que hagamos cosas que queremos o nos apetece. Esto ocurre porque sabemos que, si realmente fracasamos, esa voz aprovechará la coyuntura para lanzarse a nuestro cuello y decirnos de todo.
Es algo así como contarle nuestros planes a nuestro peor enemigo.
¿Por qué este diálogo puede ser tan negativo?
Algo muy importante que debemos comprender es que todas las partes de nuestra psique están ahí para intentar ayudarnos. Sé que estarás pensando “Olaya, ¿cómo puede ser que esa voz intente ayudarme si es despiadada?”.
Es sencillo, intenta protegernos del fracaso, de la crítica externa, del rechazo, del dolor, de la sensación de ser vulnerables. El problema es que su estilo no es el adecuado.
Por decirlo en otras palabras, en su intento de ayudarnos, esta voz se pasa de rosca y acaba boicoteándonos.
Esa voz no va a irse, pero sí podemos aprender a trabajar codo con codo con ella, en lugar de estar bajo su yugo.
¿Cómo puedo mejorar mi autodiálogo interno?
Vamos a seguir unos pasos:
- Ser conscientes de su estilo. Todos tenemos un estilo de comunicación, y nuestra voz también. ¿Alguna vez has pensado “esto es lo que diría X”? Pues igual, pero con nuestra voz. Para esto, es muy útil escribir cómo nos sentimos para ir encontrando su estilo. Puede ser que esté plagado de “deberías” o, en cambio, ser muy sarcástico. Sólo fíjate en él.
- Vamos a intentar detectar qué es lo que la hace saltar. Puede ser que sea peor cuando tenemos miedo, cuando nos sentimos tristes, cuando vamos a realizar una tarea que no nos apetece,… El primer paso será fundamental para encontrar estos disparadores.
- No vamos a pelear con ella nunca. Vamos a probar a decirle “Muchas gracias, sé que me estás ayudando, pero ahora mismo no es necesario”. Piensa en esta situación: Tienes que enviar un CV a una empresa y te asalta la voz con su retahíla “no sé para qué lo mandas, si van a pasar de ti, como siempre”. No vamos a llevarle la contraria, pero sí vamos a responderle con “Muchas gracias por tu consejo, pero ahora no me hace falta. Voy a mandarlo”. Las primeras veces esta respuesta a la voz será tenue y sin fuerza. A medida que lo repitas, irá cogiendo fuerza.
El autodiálogo negativo está muy relacionado con la autoaceptación (con la falta de ella, más bien). Trabajar autoaceptación y autodiálogo en conjunto pueden ayudarte mucho en tu día a día. Te dejo los ejercicios de autoaceptación aquí.
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Con cariño.