Sigue a tu corazón pero lleva contigo a tu cerebro
Alfred Adler
Es posible que sea uno de los motivos de consulta más universales: qué hacer cuando las emociones me sobrepasan. Y es que es bastante difícil enfrentar una situación cuando sabes que vas a romper a llorar, que sufrirás un estallido de ira o que te inundará el miedo.
¿Qué son las emociones y para qué sirven?
Las emociones, en pocas palabras, son el faro que nuestra cognición necesita. Las emociones ayudan a guiar nuestros pensamientos y fluyen con ellos.
Me viene a la cabeza una de las frases más repetidas en el mundo: “no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes”. Es una forma de decir que puedes valorar lo mucho que aprecias algo cuando sientes el dolor de la pérdida. Ese dolor va a guiar mis próximas acciones y me va a dar una información crucial de qué ha ocurrido.
En términos globales, podemos decir que sería el 50% de nuestra experiencia que nos ayudan y nos guían a tomar decisiones.
Nuestro cerebro siempre va a intentar que estemos bien y que estemos a salvo. Siempre buscará protegernos. Para ello, es muy importante que podamos conectar con las emociones y que sean ellas las que nos ayuden a sentir miedo o ira para pensar “esto no está bien”.
¿Por qué las emociones me sobrepasan?
La gran mayoría de emociones que sentimos vamos a sentir que podemos gestionarlas. Sentiremos que son lo suficientemente manejables para usarlas en nuestro favor o para que nos ayuden.
En cambio, habrá algunas que sean demasiado para nosotros. Las emociones que nos sobrepasan son las que sentimos que van a ser demasiado intensas para nosotros. Esto significa que nos alteran más de lo que podemos soportar. Comenzaremos entonces a hacer cosas que son menos adaptativas, como huir de situaciones no peligrosas, gritar sin sentir que es lo correcto o sentir cómo se nos escapan lágrimas a borbotones.
Cuando esto ocurre puede ser por dos motivos:
- La situación es realmente desagradable o peligrosa y la emoción nos guía perfectamente hacia nuestro bienestar.
- La situación no es peligrosa, pero nos despierta una emoción o nos recuerda una vivencia que somos aún incapaces de manejar.
En el primer caso, será algo muy ajustado a la situación. Realmente, necesito escucharme y poder ponerme “a salvo”. En cambio, si detecto que mi emoción es demasiado intensa, hablamos de algo que en este momento no estamos pudiendo con ello. Toca en algún punto que posiblemente esté aún doliendo.
A veces pasa que, simplemente, llorar es una respuesta sana y que, después de llorar unos minutos, nos reponemos con muchísima rapidez y podemos seguir. Esto sería una respuesta adaptativa que, aunque en algunos contextos pueda parecer excesiva, es algo que nos ayuda a volver a estar bien rápidamente. Si es así, después de llorar sentirás un “me he quedado muy bien”.
En cambio, el problema viene en el sentido contrario. Cuando, después de llorar sigo mal, o mi enfado es muy intenso y no baja en intensidad tras un tiempo prudencial. Es en esos casos donde está el problema.
¿Qué hacer cuando las emociones me sobrepasan?
Si lo que ocurre es que nos despierta algo que no podemos manejar, necesitamos parar y pensar qué es lo que nos está despertando lo que estamos viviendo. Con qué nos está conectando o qué nos está haciendo sentir.
Por ejemplo, la bronca de un jefe nunca será agradable, pero si me conecta automáticamente con la idea que tengo sobre mi “soy inútil” será muchísimo más desagradable.
Necesitamos entonces reflexionar, «¿dónde he generado yo esta idea de que soy inútil?”. Y, por encima de todo, “¿por qué se mantiene?”.
Quizás fue algo que generé en el colegio, porque tuve una profesora muy crítica que me hacía sentir mal. Y, desde entonces, soy incapaz de involucrarme en algo que no maneje a la perfección. Entonces, la bronca de mi jefe será la confirmación de que hay algo en lo que he fallado y, por lo tanto, tocará la herida de “soy inútil”.
Necesitamos separar la experiencia que estamos viviendo en ese momento con la vivida en el pasado. Porque, aunque las sintamos iguales, no son iguales. Ahora somos mayores, tenemos herramientas, opciones y capacidades que antes no teníamos.
Es muy importante que puedas mirar hacia dentro sin juicio y con cariño. Puede que sientas que dónde se generó esa experiencia fue en una vivencia de hace muchísimos años y que ya “debería estar superada”. Si no lo está, es porque no has podido digerirla, así que necesitas mirarte con mucho amor hacia dentro.
Por supuesto, también es muy importante que puedas mirarte con cariño ahora. No son reacciones que tú quieras tener, son reacciones que sientes que no puedes. Y el primer punto es darte un abrazo y decirte “ey, lo estás haciendo lo mejor que puedes”. Desde ahí, cambiar la reacción es infinitamente más fácil.
Si necesitas una mano con esto, estamos aquí para ayudarte.
Con cariño.