¿Qué es la asertividad?Ante el vicio de pedir, está la virtud de no dar.
Llamamos derechos asertivos a una serie de derechos que tenemos por el mero hecho de ser humanos. Son una serie de normas que regulan y limitan las relaciones humanas. A través de la asertividad es como podemos expresarnos defendiendo nuestros derechos sin pisar los de otra persona.
Si sigues leyendo, es probable que pienses «Olaya, esto es muy obvio», pero me gustaría que pararas un momento en cada derecho asertivo y te preguntes cuándo ha sido la última vez que no lo has respetado. ¡Y no pasa nada si no lo has hecho! Pero está bien ser consciente de la razón por la que no has podido hacerlo respetar.
¡A por ello!
DERECHOS ASERTIVOS
Derecho a ser tratado con respeto y dignidad
Derecho a tener y expresar los propios sentimientos y opiniones
Derecho a ser escuchado y tomado en serio
Sea cual sea nuestra opinión, no sólo tenemos derecho a darla, sino también a que sea tomada en serio y escuchada. Si sientes que alguien no respeta tu opinión y/o no te toma en serio, te está faltando al respeto.
Derecho a juzgar mis necesidades, establecer mis prioridades y tomar mis propias decisiones
En definitiva, tomar mis propias decisiones. Para unas personas es una prioridad en la vida el tener un buen trabajo. Para otras, una pareja. O cumplir un sueño. En base a esas prioridades, creamos un sistema de valores y objetivos vitales, que no tenemos por qué compartir con nadie. Ni imponer a nadie, por supuesto. Tenemos derecho a elegir nuestras prioridades, a crear nuestro sistema de valores y a juzgar las situaciones que se nos presentan como nosotros decidamos.
Derecho a decir que no sin sentir culpa
Tenemos derecho a negarnos a las cosas que nos vienen mal, que no queremos hacer, que no nos apetecen o que no nos parecen razonables. Y a no sentir culpabilidad por ello. Cuando decimos que no a algo que no queremos hacer estamos poniendo nuestros deseos al mismo nivel que los de la otra personas, lo cual es sinonimo de autorespeto.
Derecho a pedir lo que quiero, dándome cuenta que mi interlocutor tiene derecho a decir «NO»
Vamos a partir de una base con la que todos estamos de acuerdo, pero que a veces olvidamos: el resto de personas no pueden leer nuestro pensamiento. Parece una obviedad, pero no siempre lo es. A veces creemos que otras personas deben saber qué pienso, qué me pasa o qué quiero. Y no solo no lo saben, es que no tienen por qué saberlo. ¿Solución? Exprésate. Tienes derecho a expresar lo que quieres y necesitas. Puedes querer hacer un plan concreto en pareja, y tienes derecho a pedirlo. Es tu derecho expresar tus deseos.
Derecho a cambiar
Si echas la vista atrás, ¿tus prioridades, gustos, ideas, etc; son iguales ahora que hace 5, 10 o 15 años? Es probable que la respuesta sea que no. Y eso es natural. Lo que ahora te parece una mala idea, hace 15 podía ser lo que regía tu vida. Y es tu derecho. Tienes derecho a cambiar de opinión, de gustos, de idea, de vida. Algo que decidiste en un momento no es contrato para toda la vida. Puedes cambiar de necesidades y, con ello, de opinión.
Derecho a cometer errores
Cometer errores es algo natural y tenemos derecho a perdonarnos a nosotros mismos por ello. Siendo conscientes que a quien hemos hecho daño tiene derecho a decidir no perdonarnos, nosotros tenemos derecho a pasar página y a no sufrir por ese error toda la vida. Esa culpa es una pesada losa de la que tenemos que desprendernos para seguir adelante.
Derecho a ser independiente
Podemos incluir a otras personas en nuestras decisiones, por supuesto, pero con un límite, es decir, no poniéndolas a un nivel superior al nuestro. Tenemos derecho a coger unas vacaciones cuando nos vienen bien a pesar de que a nuestros compañeros le vendría bien la misma fecha que a nosotros, por ejemplo. O a ir a un sitio concreto aunque a nuestra pareja no le apetezca ir. En definitiva, tenemos derecho a no vivir pegados a otras personas y a tomar nuestras propias decisiones.
Derecho a decidir qué hacer con mi cuerpo, mis propiedades, tiempo, etc; mientras no se violen los derechos de otras personas.
Dado que tenemos derecho a establecer nuestra prioridades, es una conclusión natural que también tenemos derecho a decidir qué hacemos con nuestro tiempo, acorde a nuestros valores. En el mismo orden de importancia está nuestro derecho a decidir qué hacemos con nuestro cuerpo. En un aspecto tan intimo como es nuestro él, tenemos derecho a decidir qué hacer con él a todos los niveles: desde si decidimos llevar el pelo de una u otra forma, hacernos un tatuaje, un piercing, etc; hasta nuestra libertad sexual.
Derecho a decidir no dar explicaciones
Nuestros problemas, prioridades, decisiones, pensamientos, ideas,… son nuestros (valga la redundancia) y, como tal, nosotros decidimos no sólo con quién los compartimos, sino también qué parte. En ocasiones nos encontramos en situaciones en las que sentimos que estamos obligados a dar explicaciones de por qué hacemos o no ciertas cosas, y no es así. Excluyendo a las personas que están involucradas en nuestras decisiones, es decisión nuestra no hablar sobre lo que no queremos hablar.