Las emociones inexpresadas nunca mueren. Son enterradas vivas y salen más tarde de peores formas. (Sigmund Freud)
Las emociones duelen. Eso es un hecho. Duro, pero es un hecho. La tristeza, la rabia, la ira, la melancolía, etc, duelen. Mucho. Y molestan de lo lindo. Pero, ¿eso es malo?
Es muy tentador huir de lo que nos duele. Cualquiera que haya sufrido por un duelo, una ruptura, un despido, etc, lo sabe. Si en ese momento nos dieran un botón para parar el dolor, nos echaríamos encima sin dudarlo.
De hecho, piensa por un momento la industria tan gigante generada alrededor de silenciar el dolor emocional. Sólo tienes que coger una taza de Mister Wonderfull.
¿Qué ocurre cuando nos obligamos a no sentir una emoción?
Pues que ahí se queda. Esperando. Excitando nuestro Sistema Nervioso. Estimulando nuestra amígdala. Matándonos en silencio.
Nuestro circuito emocional se activa esperando una respuesta por nuestra parte que, si por una razón u otra no la encuentra, sufre. Este sufrimiento se verá repercutido en alteraciones fisiológicas en la química cerebral. Por ejemplo, pasarnos mucho tiempo silenciando el miedo no lo hará desaparecer, hará que estemos hipersensibles a aquello que tememos.
Elegimos (consciente o inconscientemente) no mirar y en no aprender de ello. Porque no aprendemos de aquello que no miramos.Aquello que no nos ha provocado una repercusión se diluye de nuestra memoria.
No deja de ser un fenómeno natural de nuestro cerebro que nos da mucha información. A veces, el cerebro necesita entrar en una dinámica en la que prima la supervivencia por encima de la expresión emocional, y así lo hace.
Pero no es que desaparezca la emoción, es que sabe que ahora no puede ser atendida.
Si tras el fallecimiento de un ser querido necesito ocuparme de todos los trámites legales que supone una muerte, quizás tenga que dejar el dolor del duelo para más adelante. No hay nada de malo en eso, mientras sepamos que es eso lo que está pasando.
Si, en cambio, lo apartamos simplemente por no sufrir, sólo daremos un paso atrás. Porque ahí la tristeza está más que justificada: Sólo te está diciendo que pares un momento a mirar qué está pasando y re-evalúes cómo seguir con tu vida, en la que ahora falta alguien.
Sentir que uno de tus padres no te quiere no es que no sepas sacar el lado bueno. Es que es una mierda. Que tu fallezca un ser querido no es que no tengas valor para volver a ser feliz. Es que duele. Y punto. Basta ya de culparnos por sentir dolor.
A veces no sabemos hacer otra cosa y rechazamos esas emociones porque son muy abrumadoras. Y eso es muy humano. Pero debemos saber que tiene una consecuencia, y es que se quedan en el cuerpo. Esperando y haciendo daño de otra manera.
No te culpes, sé que lo hiciste lo mejor que supiste y que elegiste ocultar la emoción para seguir hacia delante. Fue muy valiente. Pero no dejes que ahora eso te haga daño. Miralo, ponle palabras, sientelo y liberalo/te.
Aquí tienes una pequeña ayuda para ello. Espero de todo corazón que te sea útil.
Con cariño.