¿Cuándo necesito ir al psicólogo?
Esta es una de las preguntas más frecuentes cuando empezamos a sentir que algo no va bien. A veces, viene seguida de “no es para tanto”, “se me pasará” o “puedo aguantar”.
Sin darnos cuenta, vamos aplazando una decisión importante y que, si está planteándose, hay un por qué.
Personalmente, no soy de la opinión de qué todo el mundo debería ir a terapia. La realidad es que hay personas muy resilientes que tienen las habilidades suficientes para enfrentar el día a día. Es el equivalente a que no todo el mundo a lo largo de su vida necesita ir al cardiólogo.
Aún así, igual que al cardiólogo, debemos tenerlo en cuenta cómo una posibilidad. Igual que si siento síntomas relacionados con el corazón pediré lo antes posible cita con el especialista, cuando empiece a sentir síntomas emocionales la decisión acertada será pedir cita con el psicólogo.
Y, ¿cuáles con estos síntomas?
Allá vamos.
1. Sientes que algo no anda bien.
Piensas en tu vida y crees que lo tienes todo. Buena salud, estabilidad en tus relaciones, trabajo, etc; pero aún así no te sientes plenamente bien. Te ocurren cosas buenas pero no las disfrutas como te gustarían. Miras a tu alrededor y tampoco sabes qué cambiar.
A menudo, en este estado podemos pasar mucho tiempo así que si sientes que está asfixiándote, es el momento de plantearte ir a terapia.
2. Te sientes emocionalmente inestable.
Sientes que hay días que te despiertas y te comerías el mundo, pero a las pocas horas estás abrumado o abrumada. Te sientes triste o alegre y pasas de un estado a otro sin nada que sientas que puede justificarlo. Poco a poco, cosas que eran muy importantes para ti, dejan de interesarte o dejas de prestarles atención.
Esta inestabilidad emocional nos indica que hay una dificultad para mantener un estado emocional constante, dejándonos a menudo llevar por las emociones del momento. Esto puede ser tremendamente agotador y es un indicador de quizás necesito ir al psicólogo.
3. Tienes problemas para conciliar el sueño.
Todas las noches el mismo fastidio. Vas a la cama y no hay manera de dormir. En tus desvelos, revisas constantemente las imágenes del día (o de toda la vida) y no consigues relajarte. Puede incluso que, estando en la cama y comenzando a relajarte, sin previo aviso aparezca un pensamiento tipo “no olvides que mañana tienes que…” y te despeje por completo.
En ese momento, lo que estás sufriendo es ansiedad. La ansiedad te mantiene alerta porque siente que hay un peligro y no acaba de entender dónde se encuentra.
Esto no sólo es un problema para el día siguiente, que no puedes contigo mismo/a, sino que a largo plazo puede acarrear fallos en la memoria, atención… (¡recuperables, por supuesto!)
4. Has sufrido recientemente un impacto muy importante.
Hace poco has vivido una situación muy impactante que aún estás intentando saber cómo manejar. Ha pasado un tiempo y sigues soñando con ella o teniéndola muy presente. A menudo, estas situaciones pueden tornarse en eventos traumáticos si no les dedicamos el tiempo suficiente para trabajar en ellas. En estas situaciones, es muy sanador ir al psicólogo poco tiempo después del impacto.
En este punto, la terapia EMDR puede ser un recurso muy útil que en un número muy limitado de sesiones pueden ayudarte a reponerte del impacto y dejar que puedas seguir con tu vida. Pincha aquí para saber cómo funciona la terapia EMDR.
5. Has sufrido una pérdida y, aunque ha pasado el tiempo, sigues sintiéndote mal.
En el pasado, sufriste una pérdida o una situación muy estresante. Ha pasado bastante tiempo y no encuentras la manera de dejarla atrás. Puede ser que siga muy presente en tu día a día, ya sea recordándola o en tu manera de relacionarte con los demás. Es posible que fuera tan importante para ti que sigues sintiendo el dolor totalmente presente.
6. Revives imágenes del pasado que te generan mucho dolor.
Puede ocurrir que en tú día a día, de repente aparezcan imágenes perturbadoras de algo que ocurrió en el pasado y que, cuando aparezcan, te sientas muy mal. Por ejemplo, puede que una mala palabra de un jefe te recuerde muy vívidamente a las malas palabras que un acosador en el colegio te profería y que haga que te quedes paralizado/a.
Esto ocurre cuando tenemos heridas emocionales que, aunque ha pasado el tiempo, no hemos podido sanar. Trabajar sobre esas heridas es la mejor manera para que sientas que puedes volver a vivir cómo te mereces.
7. Quieres realizar un cambio en tu vida y no sabes cómo
Quizás estés en un punto de tu vida que quieres cambiar de trabajo pero te aterra sólo pensarlo. Así que vuelves un día más a la oficina esperando que algo ocurra. Puede ser que estés pensando en romper con tu pareja, pero el sólo pensar en ello hace que sientas un abismo.
Son decisiones muy importantes que pueden requerir de una preparación psicológica para poder sortear aquello que nos bloquea y que hace que no podamos dar el siguiente paso. Y, sobre todo, para que no te sientas en soledad dando este paso.
En definitiva, no tienes que poder con todo solo o sola. No es necesario que te enfrentes a cada paso de tu vida con miedo. Hay otras maneras de hacerlo.
No lo olvides, te mereces dejar atrás lo que te hace daño y vivir en plenitud.
Y, si decides dar el paso de ir al psicólogo, aquí estaré preparada para enfrentar contigo lo que haga falta.
Con cariño.